¿Merece la pena comprar "eco"? Esto es lo que te aportan (y lo que no) los alimentos ecológicos

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Eco, bio, orgánico... En nuestra búsqueda por la salud seguro que nos toparemos con productos que aseguran ser más naturales y saludables. Los organismos oficiales, como la Unión Europea y el Gobierno de España, han tenido a bien regular dichos productos para que el consumidor no tenga dudas al respecto.

Pero, analicemos la situación un poco mejor. ¿Qué se esconde detrás de estas etiquetas legisladas y otorgadas al amparo de la ley? ¿Qué aportan los alimentos eco a diferencia de cualquier otro? Analizamos los pros y los contras del consumo de "orgánicos"

¿Qué son los alimentos ecológicos?

A pesar de lo que pueda parecer, que un alimento sea eco, ecológico, orgánico o bio, denominaciones que hacen referencia a los mismos tipos de producto, depende exclusivamente de una cuestión legal. Existen tres reglamentos que marcan qué puede obtener el sello de "ecológico" y qué no:

  • El Reglamento (CE) 834/2007, del Consejo, sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos. 
  • El Reglamento (CE) 889/2008 de la Comisión, por el que se establecen disposiciones de aplicación del Reglamento (CE) 834/2007 con respecto a la producción ecológica, su etiquetado y control. 
  • El Reglamento (CE) 1235/2008 de la Comisión por el que se establecen las disposiciones de aplicación del Reglamento (CE) 834/2007, en lo que se refiere a las importaciones de productos ecológicos procedentes de otros países. A esto se añade que, a partir de 2021, el Reglamento 848/2018 deroga al Reglamento 834/2007.
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Todo lo que cumpla con ellos puede optar al sello diferenciador. ¿Y qué dice el reglamento? Resumiéndolo mucho, especifica que los alimentos han de ser cultivados únicamente con fertilizantes naturales, no se puede usar pesticidas para el control de plagas y tampoco pueden estar modificados genéticamente.

Entre los fertilizantes naturales sí que se pueden usar aquellos productos preparados en las instalaciones propias, lo que se llaman preparados biodinámicos. No se pueden utilizar fertilizantes minerales nitrogenados y solo puede usarse un suelo que previamente ha sido aprobado para su uso ecológico. Estas premisas tienen, en principio, la intención de generar alimentos más saludables, con mejores propiedades nutricionales. Pero, ¿realmente lo consiguen?

¿Qué aportan los alimentos ecológicos?

Centrándonos en el tema de salud, podemos hacer varias consideraciones importantes. La primera es si los productos ecológicos tienen, de verdad, mejores propiedades nutritivas. La respuesta, a la luz de la evidencia científica es que no. Según los diversísimos estudios realizados, los productos ecológicos no tienen propiedades más nutritivas que cualquier otro, en igualdad de condiciones. Esto también se aplica a las propiedades organolépticas. Estos alimentos son, a todas luces, igual que los convencionales sin el sello, a nivel nutricional.

Otra consideración importante es la referente a los pesticidas. ¿Contienen menos pesticidas? ¿Esto es un indicativo de salud? Hasta donde han mostrado los análisis, no. Según los organismos reguladores más importantes, no existe razón para tener miedo de los pesticidas en los alimentos porque no se encuentran en ellos o porque se encuentran en tan bajas dosis que no tienen efecto alguno. Por tanto, la cuestión de los pesticidas tampoco sería un buen argumento.

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Lo único que nos queda, entonces, es una cuestión ecológica. ¿Son los alimentos certificados más respetuosos con el medio ambiente? Depende. El problema de la legislación es que asienta unas normas malversadas por ciertos productores. Según varios estudios, la huella de carbono que presentan muchos de estos alimentos, un buen indicador de su valor ecológico, no es menor que la de otros convencionales.

¿Merece la pena comprar eco, o no?

La respuesta a la pregunta depende de cada persona. El precio de los productos orgánicos suele ser más caro que el otros similares sin el sello. Por supuesto, no siempre. Decidir si merece la pena pagar la diferencia es una decisión privada que atiende a valores y decisiones personales.

Eso sí, hay que tener muy claro que, en primer lugar, estos productos no son más sanos por sus propiedades. En segundo, tampoco por su contenido en pesticidas. Así que el tema de si son más saludables está bastante claro: no lo son. En tercer lugar, sin embargo, sí que podemos tener algo más de consideración.

Como decíamos, si un producto es más o menos respetuoso con el medioambiente depende del producto y de su producción, no de su sello. No tiene sentido alguno valorar una manzana ecológica que ha hecho mil kilómetros para llegar hasta un supermercado. Su impacto será mucho mayor que el que pueda tener una fruta convencional, sin sello, que ha sido producida localmente, por poner un burdo ejemplo.

Escoger alimentos ecológicos puede tener su razón en querer cambiar las cosas por un mundo mejor. Modificar nuestra actitud hacia unos valores más respetuosos con el medio ambiente es algo positivo y necesario. Si decidimos que merece la pena invertir en alimentos ecológicos, eso está bien. Pero que no nos engañen. Elegir algo ecológico no va a mejorar nuestra salud, aunque, si escogemos bien, podría ayudar al medio ambiente.

Imágenes | Wikimedia, Unsplash

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