Los adultos generan tantas neuronas como los jóvenes, y otros mitos del cerebro que la ciencia ha desmentido

Los adultos generan tantas neuronas como los jóvenes, y otros mitos del cerebro que la ciencia ha desmentido

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Los adultos generan tantas neuronas como los jóvenes, y otros mitos del cerebro que la ciencia ha desmentido

El cerebro es el centro de control de nuestro cuerpo, un órgano complejo y preciso pero delicado del que cada vez sabemos más, aunque todavía queda mucho por estudiar. En este proceso de descubrimiento de sus detalles y mecanismos, algunos mitos e ideas preconcebidas se van quedando por el camino.

1. Los adultos no generan nuevas neuronas

Por ejemplo, existe cierta controversia en torno a la idea de si el cerebro de los adultos es capaz de generar nuevas neuronas o si por el contrario, las neuronas se producen durante la infancia y la adolescencia pero llegada cierta edad el cerebro ya no genera neuronas nuevas.

Durante mucho tiempo se creía que la segunda idea era la correcta, pero ahora un nuevo estudio publicado en la revista Cell y elaborado por neurobiólogos de la Universidad de Columbia sugiere que el cerebro sano de los adultos tiene la misma capacidad que el de los jóvenes de generar nuevas neuronas.

Los cerebros de individuos de más edad tenían menos vasos sanguíneos, y quizá una menor capacidad para que esas nuevas neuronas hagan conexiones

Los investigadores analizaron el cerebro de 28 personas fallecidas de forma repentina de entre 14 y 79 años, y descubrieron que los de personas más mayores tenían una capacidad similar al los pertenecientes a personas más jóvenes a la hora de producir miles de neuronas nuevas para el hipocampo a partir de células progenitoras. También descubrieron que el hipocampo tenía volumen equivalente en todas las edades.

Por otro lado, descubrieron que los cerebros de individuos de más edad tenían menos vasos sanguíneos, y quizá una menor capacidad para que esas nuevas neuronas hagan conexiones, lo cual podría explicar el progresivo deterioro que sufre el cerebro con la edad.

2. Solo usamos un 10% del cerebro

No está claro cuál es el origen de este mito, pero parece estar relacionado con el psicólogo William James que en su libro The Energies of Men aseguraba que "solo hacemos uso de una pequeña parte de nuestros recursos mentales y físicos".

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La idea ha perdurado en el tiempo y es fácil encontrarla en boca de cualquier vendemotos que promete tener el truco definitivo para que liberemos todo nuestro potencial.

Pero en realidad es mentira. Un simple escáner cerebral desvela que de hecho utilizamos todo nuestro cerebro, que cada zona se corresponde con un área del conocimiento o del comportamiento (aunque es cierto que no todas se activan a la vez) y que el daño de cualquier área cerebral tiene repercusiones, algo que no ocurriría si realmente solo utilizásemos un 10%.

3. El alcohol mata neuronas

Está claro que el consumo de alcohol tiene muchos perjuicios, pero si bien el consumo de alcohol en grandes cantidades, como de muchas otras sustancias, sí que puede atacar a las neuronas (especialmente en determinados casos, como el de los fetos), el consumo moderado de alcohol no parece tener ese efecto.

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El alcohol sí que afecta, también en cantidades moderadas, a cómo las neuronas se relacionan entre sí, lo que interfiere en nuestra capacidad para hablar, caminar, mantener el equilibrio, medir las distancias, reaccionar ante los imprevistos, etc.

4. La creatividad está en el hemisferio derecho y la lógica en el izquierdo

En los años 60, el neuropsicólogo del MIT Roges Sperry cortó las fibras que conectan el lado derecho del cerebro con el izquierdo en un intento por reducir los ataques y convulsiones de unos cuantos pacientes con epilepsia.

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Después llevó a cabo un experimento en el que mostraba imágenes, letras, luces y otros estímulos al ojo izquierdo o al derecho de esos pacientes. Sperry descubrió que el hemisferio izquierdo procesaba mejor la información verbal y el derecho, la visual o espacial.

Estos resultados** se han distorsionado con los años**, en parte a causa de libros de autoayuda y similares, pero de hecho no hay evidencias que sostengan una clasificación de personalidades basadas en la supuesta dominancia de uno u otro hemisferio, y sí la hay para desmentirla: por ejemplo, un estudio de psicólogos de la Universidad de British Columbia descubrió en 2012 que el pensamiento creativo activa una amplia red neuronal sin favorecer uno u otro lado del cerebro.

5. El cerebro de los hombres está mejor equipado para el pensamiento numérico

El cerebro de los hombres y el de las mujeres no es exactamente igual: el hipocampo, que se encarga entre otras cosas de la memoria, suele ser más grande en las mujeres y la amígdala, relacionada con las emociones, suele ser más grande en los hombres.

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Pero las evidencias muestran que las diferencia en habilidades entre los dos géneros se deben a las expectativas culturales, no biológicas.

Un ejemplo de estas evidencias es un estudio llevado a cabo en 1999 por psicólogos sociales en la Universidad de Waterloo, en Ontario: dieron a hombres y mujeres un examen matemático difícil. Las mujeres, incluso aquellas con una alta formación matemática, lo hicieron peor que los hombres, excepto en aquellos casos en los que se les decía que en ocasiones anteriores no se habían revelado diferencias de género en el resultado de los tests. En esos casos, las mujeres sacaron notas tan buenas como las de los hombres.

6. El efecto Mozart: escuchar música clásica nos hace más listos

En 1993, un estudio de la Universidad de California en Irvine concluyó que 36 estudiantes de la universidad sacaban mejores notas tras escuchar música de Mozart durante un rato que tras un periodo de silencio y concentración.

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Eso dio pie al llamado Efecto Mozart que asegura que escuchar música clásica nos hace más inteligentes, y que se ha aplicado sobre todo a los niños, incluso a bebés antes de nacer a los que las madres embarazadas les intentan hacer llegar la música con todo tipo de artilugios (¿alguien ha dicho altavoz vaginal?).

Pero lo cierto es que esos resultados no se han podido replicar nunca hasta ahora, y de hecho, una revisión de artículos publicada por la Universidad de Harvard terminó concluyendo que el efecto Mozart, de hecho, no existe.

Imágenes | Unsplash
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