Los remedios de la abuela que siempre nos hemos creído y que no tienen base científica

Los remedios de la abuela que siempre nos hemos creído y que no tienen base científica

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Los remedios de la abuela que siempre nos hemos creído y que no tienen base científica

Desde las zanahorias para mejorar la vista hasta el agua con limón para adelgazar, algunos remedios y consejos caseros han pasado de generación en generación sin que los hayamos puesto nunca en duda.

Muchos de ellos están basados en conceptos y remedios naturales, y otros en un efecto placebo innegable. Para muchos de ellos no hay una base científica detrás.

1. Comer zanahoria mejora la vista

"Come zanahorias y podrás ver en la oscuridad", nos decían a más de uno de pequeños. ¡Ingenuos! Las zanahorias son una fuente de vitamina A, que es esencial para mantener la salud de los ojos, pero de ahí a que atiborrarnos a zanahorias nos vaya a ayudar a tener una vista de lince hay un buen paso.

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Este mito tiene un origen curioso. Cuando durante la II Guerra Mundial la aviación británica acertaba en plena oscuridad a los objetivos alemanes, la propaganda inglesa hizo circular el rumor de que los pilotos de su bando comían muchas zanahorias y eso les permitía ver mejor en la oscuridad. En realidad, contaban con la tecnología del radar para ayudarles, pero querían mantenerla en secreto el mayor tiempo posible. La estratagema funcionó tan bien que el bulo ha llegado a nuestros días.

2. La manzanilla cura los orzuelos

Infusiones de manzanilla, a modo de antifaz, se han colocado sobre los ojos inflamados por orzuelos durante años y años. La teoría es que esta infusión, con propiedades calmantes y antiinflamatorias, reducirían la hinchazón y ayudarían a resolver el problema.

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Algo hay de cierto en ello, pero en realidad, limpiarse con manzanilla los ojos puede causar más mal que bien: no es una solución estéril, de forma que por cada infección que atenúe puede causar muchas más; al ser una infusión puede tener restos de la planta con la que se prepara, y eso puede causar aun más irritación, y tampoco se aclara cómo debe hacerse ese lavado o a qué temperatura.

3. Agua con azúcar para evitar las agujetas

Antes se creía que las agujetas que tenemos después de hacer ejercicio estaban causadas por cristales de ácido láctico que pinchaban al músculo y que era lo que causaba ese molesto dolor. Para solucionarlo, solo había que tomar un vaso de agua con azúcar, añadiendo opcionalmente un poco de limón, para que disolviese los cristales.

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Ahora se sabe que todo esto no es así. Esos cristales de ácido láctico no existen, y de hecho el ácido láctico abandona los músculos poco después del entrenamiento. Por eso tomar agua con azúcar no sirve de nada contra las agujetas.

4. Aquarius contra la gastroenteritis

Este es un remedio de abuela moderna. Uno de los problemas de la gastroenteritis es la dificultad para mantener nada dentro del sistema digestivo, y con ello aparece la deshidratación. Para compensarla y evitarla, mucha gente cree que lo mejor es una botella de Aquarius. Total, es una bebida para deportistas con agua y sales, suficiente, ¿no?

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Pues no. Para empezar, el Aquarius tiene azúcares, que no son lo mejor para un estómago delicado. Pero además, la deshidratación por gastroenteritis no es igual a la que se puede padecer sudando. En la primera se pierde mucho potasio, y en la segunda mucho sodio. Esto hace que el mismo producto de hidratación no sirva para ambos casos.

5. Agua con limón en ayunas para adelgazar.

Beber agua con limón en ayunas para adelgazar es una de las recomendaciones más habituales, y también para desintoxicarse, fortalecer el sistema inmune y mil cosas más. A estas alturas, es ya algo casi milagroso.

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Y, al menos para adelgazar, no es que no funcione. El agua con limón, sin azúcar, apenas tiene calorías. Si lo cambiamos por el desayuno, como mucha gente hace, supone un déficit calórico importante (aunque si lo hacemos a base de pasar hambre, es una idea nefasta). Además, la hidratación ayuda a mantener el metabolismo activo y quemando calorías. Por último, aporta sensación de saciedad, evitando precisamente la sensación de hambre.

Lo que ocurre es que estas propiedades se dan de igual forma en el agua sin limón. Por eso, no está del todo claro que las propiedades adelgazantes se deban al agua con limón, y no simplemente al agua. Lo que si es cierto es que añadiendo al agua un poco de sabor gracias al agua puede hacerse más fácil beber más.

Imágenes | iStock
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