Corriendo por la montaña, algunos consejos prácticos

Corriendo por la montaña, algunos consejos prácticos
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El running montañero es una actividad muy divertida y motivante, correr estando en pleno contacto con la naturaleza es una buena forma de variar tus entrenamientos y mejorar la capacidad aeróbica. Pero la montaña no es lo mismo que el asfalto o la cinta del gimnasio, hay que tener en cuenta ciertos aspectos, veamos algunos.

Lo primero es la elección del calzado: la montaña evidentemente es un terreno más abrupto en el que peligran las torceduras de tobillos por eso la elección de un buen calzado es imprescindible. Las zapatillas para correr por montaña suelen estar más reforzadas por la zona del tobillo y la suela cuenta con tacos que se adhieren mejor al terreno. En cuanto a la vestimenta, dependerá si es verano o invierno, pero un buen tejido que transpire bien es imprescindible.

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Adaptarse a la montaña: para empezar a correr por la montaña no elijas grandes cimas, recordemos que a partir de 1700 metros el oxígeno empieza a disminuir, comienza con alturas menores a 1000 metros y ve subiendo poco a poco. La adaptación al terreno también es importante, comenzar por pistas forestales o caminos no muy técnicos ayudará a que nuestra pisada se acostumbre a la montaña.

La hora de entrenar es importante. En verano el sol te abrasa y es mejor salir temprano y en invierno el frío te pela, con lo que es mejor salir a medio día. Es importante no salir a úlitma hora del día porque la montaña es traicionera y si nos perdemos cuando no tenemos luz puede ser una aventura muy desagradable.

La hidratación hay que planificarla bien. En la montaña no suele haber fuentes y los ríos no son muy de fiar. Llevar un buen sistema de hidratación con bidones o mochila es la mejor solución para mantenernos bien hidratados. La técnica para correr en montaña cambia, al ser el terreno irregular la amplitud de la zancada disminuye ampliándose así la frecuencia. También hay que estar más atentos a donde pisamos, por lo que la vista debe de trabajar bien para evitar lesiones y buscar los mejores lugares para los apoyos.

Las bajadas no son cosa fácil. En lugar de dejarnos llevar las bajadas se hacen frenando, trabajando mucho en excéntrico y clavando talones para asegurar la pisada. Los brazos se suelen abrir un poco para mejorar el equilibrio al pisar en zonas irregulares. Una bajada a lo loco acabará con nuestros huesos en el suelo, tomatelas con calma.

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