"Hago ejercicio y no adelgazo": los nueve errores en el gimnasio y en la dieta que te impiden perder peso

"Hago ejercicio y no adelgazo": los nueve errores en el gimnasio y en la dieta que te impiden perder peso

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Con la llegada del verano empiezan, por desgracia, los intentos rápidos de perder peso. Para ello, en muchas ocasiones nos lanzamos a seguir dietas rápidas o a hacer deporte de cero a cíen, con la finalidad de perder peso de la manera más rápida que podamos. Con estas prisas lo habitual es que cometamos errores que no solo no nos harán perder peso, sino que pueden hacer que pongamos nuestra salud en riesgo.

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Ponemos el foco en la cifra de la báscula y no en la recomposición corporal

Uno de los problemas más habituales cuando intentamos perder peso es que, efectivamente, nos centramos en el peso, en el sentido de la cifra que marca la báscula. El problema cuando hacemos esto es que no importa de dónde bajemos ese peso, y podemos estar perdiendo agua y músculo.

Además, si hacemos deporte y solo nos fijamos en la báscula, puede ocurrir que con el ejercicio estemos ganando músculo. Este pesa más que la grasa, por lo que en la báscula no veremos pérdida de peso, pero sí estaremos quemando grasa. Por ello, sería más recomendable que nos fijemos en la composición corporal. Fijarnos en nuestra ropa, sacarnos fotos o medirnos, son opciones más recomendables que simplemente pesarnos.

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Nos lanzamos al cardio, olvidando la fuerza

Cuando queremos perder peso, lo más tradicional a la hora de hacer deporte es lanzarnos de cabeza al cardio. Es verdad que realizando entrenamiento de cardio quemamos más calorías, pero también puede ocurrir que se genere una adaptación metabólica.

Combinar el entrenamiento de cardio con el de fuerza es muy recomendable, ya que al fortalecer nuestro músculos estamos favoreciendo que estos quemen más calorías en reposo. De esta manera favorecemos el gasto metabólico.

Limitarnos a contar las calorías

Efectivamente, para perder peso necesitamos crear un déficit calórico. Esto quiere decir, que necesitamos gastar más calorías de las que consumimos. Esta idea puede llevarnos a, simplemente, contar calorías y consumir menos. Uno de los problemas es que, a veces, nos limitamos a reducir las calorías sin hacer el cálculo de cuántas necesitamos y hasta dónde tendríamos que reducir, creando una restricción demasiado exigente.

Y, por otro lado, no tenemos presente que no todas las calorías son iguales. El tipo de nutrientes que nos aportan los alimentos también importa, ya que su efecto será muy distinto en nuestro organismo. El ejemplo más claro puede ser el de las grasas trans o grasas insaturadas. Si comemos las mismas calorías de ambos nutrientes, las primeras pueden influir en la aparición de cambios metabólicos que nos lleven a la obesidad, mientras que las segundas están relacionadas con la pérdida de peso. No solo importa cuántas, sino de dónde.

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Eliminar grupos de alimentos enteros

Esta es otra de las estrategias más utilizadas, especialmente cuando se trata de grasas o de carbohidratos. Tendemos a eliminar grupos de alimentos enteros. El problema de esto es que, para empezar, esta estrategia es muy difícil de sostener en el tiempo ya que es muy restrictiva y, por tanto, afecta a la adherencia a la dieta. Y sin adherencia, no hay buenos resultados. 

Pero es que, además, puede resultar estresante para el organismo, por no hablar de que nos arriesgamos a no consumir los nutrientes necesarios. A largo plazo, esta estrategia no nos enseña hábitos nuevos y en cuanto volvamos a comer con normalidad, recuperaremos el peso perdido.

Nos centramos en el gimnasio, sin pensar en la actividad diaria

Por supuesto que si no hacíamos nada de ejercicio y ahora empezamos a hacerlo, notaremos algo de diferencia. Pero dos horas de gimnasio al día no van a compensar 22 horas de vida absolutamente sedentaria. Ni en nuestra salud ni en nuestro peso. Lo ideal es que intentemos ser lo más activos posibles en nuestro día a día y movernos más.

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Olvidarnos del descanso

A veces, con las prisas por perder peso, nos lanzamos al gimnasio y a la dieta sin descansar en absoluto. Sin embargo, el descanso es extremadamente importante. A la hora de entrenar es importante que nos marquemos unos días de descanso de manera que nos dé tiempo a recuperarnos.

Pero es que, además, el dormir bien y descansar de manera adecuada influirá en nuestra pérdida de peso de manera positiva, gracias a, en parte, la liberación saludable de hormonas que regulan el apetito.

Entrenar solo algunos grupos musculares

Una de las cosas que buscamos a veces cuando nos planteamos perder peso es hacerlo de zonas concretas. No es raro ver estos días retos para conseguir un six pack, retos para vientre plano, retos para conseguir los glúteos de alguna celebritie. En general, entrenar únicamente una zona corporal - como los abdominales - no es efectivo para eliminar grasa de zona localizada. Lo adecuado es crearnos una rutina para poder entrenar todos los grupos musculares.

Seguir dietas milagro que prometen resultados rápidos

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Durante los meses de verano las dietas milagro están por todas partes. Precisamente porque nos prometen perder peso de manera rápida. Y, efectivamente, seguir un tipo de dieta así puede resultar en la pérdida de peso. No siempre, porque en ocasiones estas dietas conllevan que consumamos suplementos o alimentos que contienen muchos azúcares.

En cualquier caso, aunque nos permitan perder peso de manera rápida, lo hacen de manera que ponen en riesgo nuestra salud. Habitualmente son muy restrictivas o limitan al máximo las calorías que ingerimos, pudiendo provocar malnutrición. Además, estresan a nuestro organismo y acaban en efecto rebote, por no hablar de cómo afectan a nuestra relación con la comida.

Consumir productos light y muchas calorías líquidas

Los productos light son muy tentadores, porque "permiten" que consumamos los alimentos que nos gustan sin sentirnos culpables o sin ganar peso. Esta es la teoría, pero la realidad es que la mayoría de alimentos light contienen o grandes cantidades de edulcorante o de grasas. Estos han sido relacionados con un mayor deseo de consumo de azúcar porque alteran la palatabilidad, así como con un mayor consumo de los mismos por suponerlos más ligeros, provocando que acabemos tomando más calorías.

Además, cuando empezamos a ir al gimnasio, puede resultar tentador empezar a tomar bebidas isotónicas o energéticas. Normalmente no son necesarias y, además, corremos el riesgo de estar tomando demasiadas calorías líquidas sin darnos cuenta.

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