Ayunar, ¿una estrategia válida para cuidar la salud?

Ayunar, ¿una estrategia válida para cuidar la salud?

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Ayunar, ¿una estrategia válida para cuidar la salud?

El ayuno es uno de los recursos más usados en la actualidad cuando el objetivo es perder peso, aunque también hay quienes lo emplean con el objetivo de depurar el organismo o con fines religiosos. Sin embargo, hay tantos aliados como detractores cuando se habla de ayunar como una estrategia para cuidar la salud.

A favor del ayuno

El ayuno como una forma de restricción calórica y sobre todo, usado de forma intermitente con no más de un día de ayuno, ha probado tener iguales efectos que la restricción calórica diaria pero con un beneficio extra en el mantenimiento de la masa magra del organismo.

Por otro lado, no sólo podría resultar un buen recurso al momento de adelgazar sino que un estudio realizado con obesos ha demostrado que el ayuno intermitente favorece la salud cardiovascular y contribuye a prevenir enfermedades asociadas.

Como si fuera poco, con un ayuno intermitente podemos conservar el metabolismo activo y recibir algunos otros beneficios metabólicos, pues una investigación publicada en 2013 concluyó que este recurso ayuda a reducir la grasa y el peso corporal, así como la presión arterial y circunferencia de cintura, pero además, eleva el colesterol bueno o HDL, todo lo cual indica que esta medida al igual que la restricción calórica prolongada que solemos usar para adelgazar, puede alejarnos del síndrome metabólico y sus consecuencias.

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Asimismo, tal como lo hace la restricción calórica, el ayuno intermitente desencadena reacciones en el organismo que podrían prevenir el envejecimiento prematuro del cerebro y sus funciones y así, contribuir a la prevención de enfermedades neurodegenerativas como lo ha probado un estudio publicado en Ageing Research Reviews.

Por último, realizar un ayuno no muy prolongado sino intermitente, podría ser de mucha ayuda para controlar nuestro apetito, pues si bien no comeremos por 12 horas seguidas, cuando realicemos una ingesta podrá ser más abundante que si hiciéramos cuatro o cinco comidas diarias, entonces, igualmente nos mantendremos saciados y con un metabolismo activo, pero realizando menos comidas al día.

En contra del ayuno

Los detractores del ayuno señalan que esta estrategia exige un sobreesfuerzo al organismo al colocarlo en una situación desfavorable en la cual no hay sustratos energéticos, y éste debe accionar otras vías para sostener funciones vitales.

Además, el ayuno prolongado puede generar ansiedad, algo que se soluciona con un ayuno intermitente, que no llegue a ocasionar un gran nivel de hambre ni apetito en el organismo y tampoco, que "estrese" o reduzca el metabolismo.

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Claro que si realizamos un ayuno prolongado de más de un día, nuestro cuerpo se verá exigido considerablemente y podemos sufrir los efectos secundarios de la formación de cuerpos cetónicos tales como el mal aliento, mareos, pérdida de concentración y bajo rendimiento, sin embargo, si realizamos un ayuno intermitente de 12 horas, nada de esto tiene que suceder, sino que como se ha probado en personas que practican la religión Ramadan, puede tener efectos positivos sobre marcadores inflamatorios y factores de riesgo cardiovascular del organismo.

Entonces, los contra del ayuno son todos aquellos asociados a la falta de energía por largo plazo, pero en nada perjudica la salud si acotamos los tiempos de ayuno o lo volvemos intermitente.

Es decir, el ayuno prolongado puede conllevar efectos negativos en la salud que no se producen con el ayuno intermitente que, por el contrario, puede ofrecer diferentes beneficios iguales o superiores a la restricción calórica en el tiempo.

Por lo tanto, el ayuno sí resulta una estrategia válida para cuidar la salud siempre y cuando no resulte prolongado sino controlado y acotado o intermitente.

BIbliografía consultada | Obes Rev. 2011 Jul;12(7):e593-601. doi: 10.1111/j.1467-789X.2011.00873.x. Epub 2011 Mar 17; Am J Clin Nutr. 2009 Nov;90(5):1138-43. doi: 10.3945/ajcn.2009.28380. Epub 2009 Sep 30; Journal of Diabetes & Metabolic Disorders, 2013, 12:4, DOI: 10.1186/2251-6581-12-4; Ageing Research Reviews Volume 5, Issue 3, August 2006, Pages 332–353; y Ann Nutr Metab, 2007;51:88–95, (DOI:10.1159/000100954).
Imagen | Pixabay y Pexels

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