Los cuatro pasos que hicieron perder 50 kilos a Michelle Leite en su increíble transformación física

La pérdida de peso es un proceso muy complicado, pero que puede lograrse con un cambio de mentalidad y hábitos saludables

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Ahora que se acerca el verano comienzan las prisas para lucir bien en la piscina y en la playa. Los cambios físicos necesitan tiempo y tomarlos como un estilo de vida, no como algo puntual que haremos en tres meses y después olvidaremos. Michelle Leite consiguió perder 50 kilos siguiendo cuatro pasos muy simples, pero nada fáciles de llevar a cabo si no nos comprometemos 100% con ellos.

De 121,5 kg a 70 kg para ganar confianza y salud

De 121,5 kg a 70 en apenas unos segundos de vídeo, pero con mucho tiempo, esfuerzo y paciencia. Lo que tú y yo vemos en el vídeo es unas tallas menos de cintura y menos grasa acumulada, pero lo que no vemos son los hábitos saludables  y las mejoras de salud que ha generado esa transformación física.

Michelle Leite pasó de ser víctima a campeona en su viaje de transformación. El primer paso para lograr un cambio físico, y que hizo a Michelle salir del lugar donde se encontraba, es modificar la mentalidad de derrota y pesimismo para dirigirse a una mentalidad de éxito y optimismo.

Cuando una persona tiene obesidad suele creer que tiene mucho menos potencial del que realmente tiene, como le ocurría a Michelle antes de comenzar a perder peso. Sin embargo, una vez que comenzó a dar los primeros pasos todo se hizo más fácil.

Los cuatro pasos de Michelle Leite para lograr su cambio de composición corporal

 

Michelle resume su pérdida de 50 kilos de peso en cuatro pasos para evitar el efecto acordeón en el que pierdes y ganas peso de manera continua.

Decisión: el "clic" que inicia la bola de nieve

He descrito muchas transformaciones radicales en Vitónica y todas ellas comienzan en un mismo punto: cambio de mentalidad. Ese "clic" puede llegar por un evento brusco, como una hospitalización grave por el exceso de peso, o puede suceder sin tener que llegar a ese punto. Michelle un día decidió firmemente que quería cambiar su composición corporal, y nada la iba a detener.

Cambio de hábitos

Suele decirse que para perder peso hay que comer menos y moverse más, pero si has estado en dicho proceso habrás comprobado que es tremendamente más complejo. Las personas que tienen obesidad realizan cada día decenas de acciones que le acercan a la acumulación de grasa y le alejan de eliminarla.

No podemos pasar de cero a cien de un día para otro, pero sí podemos adquirir hábitos saludables poco a poco. Uno de ellos puede ser ir al gimnasio un par de días en semana, y con eso cumpliremos el objetivo. Si queremos ir más, perfecto, pero estableceremos límites bajos y los iremos aumentando.

Lo mismo ocurre con la comida que suele cambiarse de un día para otro pasando de comer fatal a seguir una dieta a rajatabla. Obviamente no se consigue el objetivo porque no la vamos a cumplir. Comienza con pequeñas modificaciones y un día tú mismo serás el que siga una dieta totalmente saludable.

Constancia, constancia y constancia

 

Hace varios siglos sometían a los presos a torturas como inmovilizarlos de manera que sobre su cabeza caería una gota de agua tras otra. Todos hemos estado bajo la lluvia y no nos ha pasado nada, pero ¿qué sucedería si hora tras hora, día tras día nos cayese una y otra gota de agua en el mismo lugar?

Lo mismo sucede con la pérdida de peso, que un día haciendo las cosas bien suma mucho más de lo que creemos si lo repetimos una y otra vez. Lo mismo sucede a la inversa, hasta el punto que llegamos a enfermar por la suma de muchos días con malos hábitos.

Hacer las paces con la comida

Las elecciones dietéticas no están sujetas al hambre real, sino a otros tipos de hambre como la emocional o la social. Comer bien es muy difícil en un ambiente obesogénico donde nos bombardean con todo tipo de anuncios y fabrican los alimentos para que nuestro cerebro de volteretas al ingerirlos.

Aunque parezca imposible, podemos domesticar la elección de la comida sabiendo cuándo comemos por estrés, cansancio o cualquier causa ajena al hambre y cuando realmente tenemos hambre. Es un proceso lento, pero Michelle, tú y yo nos podemos dar cuenta rápidamente que cuanta menos comida basura ingerimos y menos estrés tenemos en nuestro día a día, menos de esa comida basura queremos.

 

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Imágenes | Michelle Leite (Instagram), Michelle Leite (Instagram)

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