Raquitismo, la enfermedad que debilita los huesos

Raquitismo, la enfermedad que debilita los huesos
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Las enfermedades derivadas de una mala nutrición son algo que muchas veces no tenemos en cuenta a la hora de alimentarnos. Es importante que tengamos cuidado a la hora de ingerir alimentos y aportar al organismo las cantidades que necesita de cada grupo de nutrientes. En esta ocasión vamos a detenernos en una enfermedad derivada de una mala nutrición. Se trata del raquitismo y está producido por un déficit de calcio y fósforo en el organismo.

El raquitismo se caracteriza porque los afectados desarrollan una serie de deformidades esqueléticas que se ven a simple vista, aunque es cierto que existen diferentes niveles y tipos de raquitismo, pero todos tienen como denominador común las deformidades producidas en los huesos. Básicamente esta enfermedad se caracteriza por una desmineralización progresiva de los huesos. Ésta se debe, como indicábamos antes, a la dificultad que el organismo tiene de asimilar el calcio y el fósforo, fundamentales para mantener una correcta salud ósea.

Origen del raquitismo

La raíz del raquitismo es la vitamina D, concretamente la falta de ésta. Para que el organismo asimile de manera correcta el calcio y el fósforo, y puedan a sí servir para fortalecer los huesos, es necesario que dotemos al organismo de la vitamina D adecuada, además de mantenernos expuestos a la luz del sol para asimilarla mejor y desarrollar la función que tiene. El raquitismo es como se conoce a esta enfermedad en los niños, ya que afecta al desarrollo. En el caso de los adultos esta enfermedad es conocida como osteomalacia, que consiste en un reblandecimiento de los huesos.

Prevención

Es fundamental la prevención a la hora de evitar este trastorno en nuestros hijos y en nosotros mismos, ya que la alimentación será un punto importante, pues debemos dar al organismo altas dosis de vitamina D, calcio y fósforo que podemos encontrar en alimentos como los pescados azules (atún y salmón sobre todo), los lácteos y sus derivados, los cereales, las frutas... son alimentos ricos en estos tres nutrientes que no debemos pasar por alto en toda dieta equilibrada.

Junto a esto es necesaria una correcta exposición a la luz natural para que el organismo realice la asimilación correcta de la vitamina D. Con diez minutos al día es suficiente, por lo que salir a la calle es esencial para poder asimilar correctamente la vitamina D y con ella el calcio y el fósforo. Es cierto que existen trastornos renales que impiden la correcta asimilación de la vitamina D. En estos casos es necesario que las personas afectadas sean tratadas y seguidas por profesionales, ya que seguramente deberán tomar complementos para mantener unos niveles correctos de calcio y fósforo, y así evitar el debilitamiento de los huesos.

Imagen | broken glass

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