Lo que comes también puede ser una buena herramienta para controlar lo que sientes

Felicidad
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El ejercicio, los hábitos de vida, el clima... los factores que afectan a nuestra salud mental son muchos y muy complicados. Desde hace poco sabemos que la nutrición podría ser uno de estos importantes factores. Efectivamente, lo que comemos podría influir en cómo nos sentimos.

Es más, hay una novedosa rama de la psiquiatría que trata de determinar cómo podemos usar la nutrición a nuestro favor, mejorando nuestra calidad de vida a nivel emocional y mental. ¿Podemos combatir la depresión y otros trastornos mediante una correcta nutrición?

Saludemos a la psiquiatría nutricional

La nutrición psiquiátrica, o psiquiatría nutricional, apareció por primera vez acuñada en 2009. Desde entonces, cada vez son más los trabajos que tratan de esclarecer el papel de lo que comemos y cómo lo comemos en nuestra salud mental. A pesar de los numerosos esfuerzos para combatir la depresión y otros trastornos mentales, la batalla pasa demasiadas veces por la medicación.

Para poder reducir este hecho, algo que puede ser costoso y contraproducente, los médicos se esfuerzan en entender cómo resolver los trastornos mediante la psicología o la psiquiatría (o ambas). En esta última rama, la nutrición parece encajar como un guante. Al fin y al cabo, nuestro cuerpo y nuestro cerebro dependen de lo que comemos. A día de hoy sabemos que existen mecanismos que relacionan la depresión y la obesidad, por ejemplo.

Igualmente, hay otros factores de la dieta que, sabemos con seguridad, ayudan a combatir la depresión. Por tanto, ¿por qué no estudiar más concienzudamente este aspecto, encuadrado en la psiquiatría? En 2017, un artículo presentaba el estado actual de la nutrición psiquiátrica. Todavía podemos tomarlo para entender en qué evidencias se basa esta rama de estudio para hacer sus valoraciones. Existen diferentes vías implicadas en la enfermedad mental que pueden ser moduladas a través de la nutrición, según exponen los investigadores.

La primera es la inflamación, cuya afección crónica está implicada en el desarrollo de la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar. El estrés oxidativo también está implicado en varias enfermedades crónicas y parece ser relevante en las enfermedades mentales.

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La nutrición tiene un efecto determinante en la neuroplasticidad, y esta, a su vez, en el desarrollo cognitivo y emocional. También se conoce la relación del deterioro en la producción de la energía mitocondrial con la depresión, la esquizofrenia y especialmente con el trastorno bipolar.

Por si fuera poco, los estudios más recientes al respecto de la microbiota intestinal han demostrado su vital importancia en la producción de serotonina y otros componentes que podrían afectar a muchos niveles.

Con todas estas cartas sobre la mesa, merece la pena, como mínimo, echarle un vistazo a la relación entre la nutrición y la psiquiatría, ¿no? Porque la nutrición, además, no es solo una cuestión de dieta, sino que vela por unos hábitos saludables. En esta intersección, la búsqueda del bienestar parece el punto de encuentro natural para la psiquiatría nutricional.

No todas las dietas funcionan para todos igual

Antes de seguir, hay que dejar claro que, por desgracia, no existe un patrón general que sirva para todo el mundo. Al igual que ocurre con la nutrición en un aspecto fisiológico, el emocional depende de cada persona en exclusiva. Esto es un problema, ya que no se puede hacer algo parecido a "la dieta de la felicidad".

Por otro lado, hay que resaltar que la nutrición puede servir como una herramienta más para el bienestar, pero rara vez será una solución a un problema o un método para hacer un cambio drástico en nuestra vida. Sencillamente, es una opción más a trabajar.

¿A qué se debe esto? Como hemos dicho miles de veces, el metabolismo es distinto para cada persona y en cada momento. Las variables biológicas cambian constantemente. Los seres vivos estamos preparados para adaptarnos y cambiar. Es imposible que todos los sistemas sean iguales y, por tanto, que respondan de la misma manera. Sin embargo, dentro de esa complejidad sí que hemos descubierto algunas constantes.

"La dieta de la felicidad"

Desde luego, no podemos encontrar una dieta perfecta para todo el mundo. Pero sí que existen evidencias de ciertos patrones dietéticos que nos ayudarán a mejorar nuestra salud mental. Por ejemplo, una dieta rica en vitamina B12 es importante para mantener nuestro estado anímico. También es importante que aportemos suficiente cantidad de ácidos grasos omega 3 y micronutrientes como el magnesio o el hierro.

Por otro lado, la relación entre el incremento de frutas y verduras en la dieta diaria ha sido demostrado en diversas ocasiones, como en este estudio con más de 12.000 sujetos, en Australia. Seguir la dieta mediterránea (o ahora flexitarianismo, como algunos se han dado a llamarla) ayuda a reducir los marcadores que indican senescencia en el cerebro. O, en otras palabras: a tener un cerebro más "joven".

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Reducir la cantidad de ultraprocesados en nuestra dieta también se ha mostrado como una manera de mejorar nuestro estado de ánimo y reducir los trastornos. Por tanto, de todo esto, podemos deducir que una alimentación sana, rica en verduras y frutas, con más fibra, alejada de las grasas y excesos de azúcar (y de los ultraprocesados), unido a hábitos saludables, que ya sabemos que tienen muchos beneficios, nos ayudará a ser más felices.

Imágenes |Unsplash

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