Una de las ensaladas de legumbres que mejores resultados proporcionan en verano es la que combina garbanzos con una lata marinera. Y si esta es de primera calidad, se convierte en un plato exquisito lleno de sabor que sienta de maravilla tanto para el almuerzo como la cena.
Recomendamos por tanto invertir en una ventresca de calidad más que decente, preferiblemente de atún rojo o bonito del norte, en aceite de oliva virgen extra. Así podremos emplear ese aceite en la vinagreta, que, para no complicarnos, haremos a la manera clásica francesa con un poco de mostaza. En nuestro caso nos tomamos el tiempo de pelar los garbanzos para que sea mucho más agradable, en la textura y nos deje una mejor digestión, de tal modo que un bote grande de unos 400 g es perfecto para compartir entre dos personas.
Escurrir los garbanzos con un colador bajo el agua del grifo con suavidad y, si se desea, pelarlos a mano. Mezclar las hortalizas preparadas en una ensaladera, añadir los garbanzos y remover con cuidado añadiendo un poco de pimienta negra.
Picar bien el perejil lavado y seco, procurando usar un buen manojo porque se reduce mucho el volumen, y añadirlo a la ensaladera. Abrir la ventresca, añadir el pescado y reservar el aceite sobrante.
Batir ese aceite con un poco de vinagre al gusto, un chorrito de limón, la mostaza y más pimienta negra, y repartir en la ensalada. Mezclar bien y dejar reposar en la nevera antes de servir. Lo ideal es emplear la mitad de volumen de vinagre que de aceite.
Con qué acompañar la ensalada de garbanzos con ventresca de bonito
Dos raciones de esta ensalada son más que suficientes para formar una comida saciante y completa, que siempre se puede estirar añadiendo al menú un primer plato de, por ejemplo, sopa fría tipo gazpacho de melocotón sin pan, o algún entrante ligero.
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