Suplementos saciantes para controlar los picos de hambre: ¿funcionan o no funcionan?

Suplementos saciantes para controlar los picos de hambre: ¿funcionan o no funcionan?

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Suplementos saciantes para controlar los picos de hambre: ¿funcionan o no funcionan?

Controlar el hambre es complicado. Este está gestionado por un número enorme de variables corporales. La cuestión que se nos plantea, entonces, es si conociendo dichas variables podemos usarlas.

¿Usarlas cómo? Con suplementos, por ejemplo, que nos ayuden a mantenerla a raya. No parece tan difícil, ¿no? Al menos, estos productos prometen el oro y el moro a la hora de mantenernos saciados. ¿Qué hay detrás de los mismos? ¿Funcionan?

Cómo funciona el hambre

Simplificando mucho, el hambre es controlada por el hipotálamo, que, a su vez, recibe multitud de señales, como las nerviosas del tubo digestivo, por ejemplo; químicas, de diversos factores presentes en la sangre; hormonales, procedentes del intestino y el tejido adiposo; o sensoriales, de la vista, el oído y el olfato.

En el hipotálamo, los centros nerviosos que controlan la saciedad contienen muchos receptores para los neurotransmisores y las hormonas que modulan la conducta alimentaria. Por ejemplo, cuando nos faltan ciertas sustancias en sangre, como ocurriría con el azúcar tras una sesión intensa de deporte, se generan señales que le indican a nuestro hipotálamo que hay que comer para recuperarlas.

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Dichas señales son estimuladoras del apetito y, a su vez, generan nuevas señales que nos permiten almacenar y metabolizar energía según las necesidades del momento. En otras palabras, el hambre está ligado a otras respuestas del cuerpo que se encargan de movilizar o almacenar metabolitos. El proceso es complejo y está retroalimentado de una forma muy fina y precisa. Esto provoca que no siempre sintamos lo mismo y de la misma manera, por supuesto.

Cuando añadimos las sustancias saciantes a la ecuación, lo que pretendemos es que estas lancen la señal de saciedad, quitando el hambre. Con menos hambre, comeremos menos; esa es la premisa. Para poder emitir un estímulo saciante, estos suplementos juegan con diversos trucos, algunos más y otros menos efectivos.

¿Qué tipos de saciantes existen?

El tipo de saciante, básicamente, está definido por el estímulo que produce. Este puede ser físico o químico. No obstante, casi todos los suplementos son solo físicos, basados en fibras que ayudan a "llenar" el estómago. También existen sustancias que, supuestamente, promueven la aparición de los estímulos saciantes (como podrían ser los precursores de péptido YY o inhibidores de la grelina).

Sin embargo, hablamos de fármacos, y no suplementos, si estos son sintéticos o tienen una acción directa. Ciñéndonos a los suplementos, aquellos que actúan sobre el sistema de control y regulación del hambre de manera hormonal o química son bastante más inefectivos que los físicos. Esto se debe a que no actúan directamente en la síntesis o la inhibición de las sustancias, obviamente.

Por ejemplo, el glucomanano es un suplemento saciante físico, consistente en una fibra prebiótica que se hincha en el estómago, produciendo una sensación de saciedad. Como esta, existen una multitud de sustancias que siguen el mismo modus operandi. Por otro lado están los tés e infusiones.

Estos, como decíamos, tratan de actuar sobre el sistema de control del hambre estimulando la aparición o la inhibición de ciertas sustancias. Lo mismo tratan de hacer ciertas píldoras con compuestos naturales. En algunos casos se mezclan ambos tipos, aunando sustancias supuestamente precursoras y fibras alimenticias. En muchas ocasiones, además, se les atribuyen la capacidad "quemagrasas" y otro sinfín de beneficios. Y aquí es dónde viene la pregunta: ¿funcionan?

¿Funcionan los suplementos saciantes? Qué dice la ciencia

Pues... depende. En términos generales, los suplementos saciantes no son muy efectivos. El efecto del patrón nutricional y el estilo de vida suele ser abrumadoramente más fuerte que el del cualquier tipo de suplemento. Si miramos concretamente a algunos de ellos, como el glucomanano, podemos encontrar algunos resultados interesantes.

Esta fibra altamente hidratable se hincha rápidamente y crece con el agua, creando una pasta viscosa que ocupa mucho más de su volumen original. De hecho, el glucomanano posee un peso molecular y una viscosidad más elevados que cualquier fibra conocida. Existen estudios que indican que el glucomanano ayuda en los planes de control de peso por su acción como fibra, ocupando espacio, y no por ninguna acción metabólica directa: sencillamente, sacia pero no contiene kilocalorías que podamos asimilar.

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Sin embargo, el resto de suplementos no ha mostrado resultados concluyentes, o cuando lo ha hecho ha sido en el contexto de una dieta planificada. ¿Le debemos el éxito a estos suplementos? Definitivamente, no tenemos base para afirmarlo. Ni tan siquiera en el caso del glucomanano, aunque los resultados son mucho más positivos. Desde luego, lo que sí que sabemos es que no existe ningún resultado positivo al resto de efectos que se les suele atribuir, como su supuesta capacidad quemagrasas o "activadora del metabolismo".

En definitiva, a excepción de las fibras alimentarias (como el glucomanano), los suplementos saciantes no están respaldados a nivel científico, al menos por el momento. ¿Puede que ayuden? Nadie dice que no, pero, como explicábamos, es muy difícil de determinar, especialmente si los usamos en unas condiciones de dieta o control alimenticio, las cuales, de por sí, ya están influyendo en la sensación de hambre. Lo mejor, como siempre decimos, es mantener unos buenos hábitos de vida, y no apoyarnos excesivamente en estas "ayudas" cuyos beneficios son limitados, como poco.

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