Descubren que el aspartamo, uno de los edulcorantes más utilizados, podría relacionarse con la ansiedad y transmitirla a los hijos

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El aspartamo es un edulcorante artificial muy utilizado en alimentos y bebidas bajos en calorías o "zero". Desde que se aprobó hace ya más de 40 años ha ido creciendo su uso a la vez que aumentaban los datos sobre sus posibles efectos nocivos. Hoy se encuentra en casi cinco mil productos alimenticios que consumimos a diario y su consumo abarca tantos los efectos secundarios a nivel físico como psíquico. Vamos a desgranar el último artículo que vincula el consumo de aspartamo con la ansiedad, que incluso puede transmitirse a las siguientes generaciones.

Aspartamo y ansiedad: ¿están relacionados?

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A principios de diciembre la revista PNAS publicó un artículo de investigación que alertaba de la relación entre el consumo de aspartamo y la ansiedad. No solamente afecta a quien lo consume, ya que según los autores del estudio se puede producir una transmisión transgeneracional al producirse modificaciones genéticas.

Cuando consumimos aspartamo se descompone en diferentes componentes que pueden tener efectos potentes en el sistema nervioso central. Actualmente hay investigaciones e informes que asocian al aspartamo con algunos efectos carcinógenos, alteraciones metabólicas y otros efectos en la salud, aunque falta consenso sobre estos temas.

Valores seguros, ¿seguro?

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Las guías públicas de EE. UU. indican que el aspartamo es seguro cuando se consume dentro del valor máximo de ingesta diaria recomendado por la FDA de 50 mg/kg. Sin embargo, la nueva investigación de PNAS señala que ratones que consumían el 15% de esa ingesta diaria recomendada mostraban una ansiedad fuerte que era dosis-dependiente.

Cuando contrarrestaron a los ratones con diazepam (ansiolítico), la ansiedad se alivió. También observaron que se produjeron cambios significativos en la expresión de genes relacionados con la regulación de la ansiedad. Lo más sorprendente es que esas modificaciones se transmitieron a sus descendientes.

Los mecanismos explicativos de que esto ocurra son complejos y hay que destacar que la investigación se ha llevado a cabo en ratones, no en humanos, por lo que no se pueden sacar conclusiones certeras. Lo que sí debemos tener en cuenta es que no debemos abusar del aspartamo o de otros edulcorantes artificiales.

La dosis hace el veneno

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Hay momentos que son más críticos que otros para el consumo de estas sustancias. Una mujer embaraza puede transmitir directamente lo que ingiere hacia el feto, por lo que en esta etapa aumentan las probabilidades de transmisión hacia el bebé. Los niños y su gran plasticidad cerebral también están sujetos a grandes cambios neurales por el abuso de edulcorantes artificiales, así como cualquier alimento ultraprocesado.

Existen alternativas como el eritritol que a día de hoy parece una alternativa mucho más segura, como también lo son otros edulcorantes naturales como la estevia. En cualquier caso, la dosis hace el veneno, y consumir aspartamo de forma puntual no tendrá, ni de cerca, las mismas consecuencias que beber refrescos "zero" a diario o consumir alimentos 0% azúcares que son endulzados con este tipo de edulcorantes artificiales.

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