Algunos humanos tenemos relojes en la muñeca, pero todos contamos con relojes biológicos internos conocidos como ritmos circadianos. Al igual que las manecillas del reloj de muñeca van avanzando segundo a segundo, el reloj interno también lo hace, produciendo determinadas acciones en función de la hora que sea. Cada 24 horas, nuestro cuerpo repite una y otra vez mecanismos como la producción de melatonina para conciliar el sueño. Se ha comprobado qué "tener en hora" esos relojes internos es fundamental para la salud, e incluso puede afectar al efecto del tratamiento de cáncer.
Ritmo circadiano: el reloj interno que pocos controlan, pero que es vital para la salud

En 1959, Halberg y Stephens acuñaron el término "ritmo circadiano" para explicar las fluctuaciones repetidas cada 24 horas en el cuerpo humano. La hora de los relojes internos depende principalmente del día y la noche, así como determinados factores que ajustan la precisión en la hora o la desregulan por completo.
Nuestro reloj circadiano es un sistema organizado jerárquicamente que comprende una red de múltiples relojes. El reloj central se encuentra en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, mientras que los relojes periféricos se localizan en diferentes tejidos y órganos (músculo, tejido adiposo, hígado, páncreas, etc.).
Como la luz es el principal estímulo externo que regula ese reloj central, hay aspectos como la luz artificial que pueden desregularlo. Si miramos el móvil a las dos de la madrugada, nuestras células ganglionares de la retina perciben que es de día, y eso afecta (y mucho) a nuestra salud.
Con un reloj en hora, nuestro cuerpo va liberando hormonas que se preparan para lo que viene. El ejemplo más claro es la melatonina que nos prepara para dormir. El cuerpo humano también fluctúa su temperatura a medida que avanza el día. Esa es la razón por la que hay horas en las que está más sensible a los alimentos o es menos interesante ingerir energía.
Anteriormente en Vitónica hemos escrito artículos sobre la importancia de la crononutrición, que no es más que ajustar el consumo de alimentos a nuestro reloj biológico. ¿Qué importancia tiene esa crononutrición en relación con el cáncer? ¿Se podría aplicar de igual manera para ajustar el horario de tratamiento de quimioterapia?
¿Influye la hora del día en la eficacia de la quimioterapia? La ciencia dice que sí
El reloj biológico no solo marca el ritmo de nuestras actividades diarias, sino que también regula funciones vitales como la reparación celular, la respuesta inmunitaria y el metabolismo. Ahora, la literatura científica sugiere que estos ritmos también podrían influir en la eficacia y los efectos secundarios de la quimioterapia, abriendo la puerta a un enfoque más personalizado en el tratamiento del cáncer.
El reloj biológico y la cronoterapia: ¿por qué importa la hora del día?
Nuestro cuerpo sigue un ciclo circadiano de aproximadamente 24 horas, que regula procesos fisiológicos clave. Este ritmo influye en la producción de hormonas, la actividad de las células inmunitarias y la capacidad del organismo para metabolizar fármacos.
En el caso del cáncer, tanto las células sanas como las cancerosas están sujetas a estos ritmos biológicos, lo que significa que la sensibilidad a los tratamientos puede variar según la hora del día. La cronoterapia oncológica, que busca administrar los fármacos en el momento óptimo, ha demostrado que ajustar la quimioterapia a estos ciclos puede aumentar su eficacia y reducir los efectos adversos.
¿Cómo afecta la hora de administración de la quimioterapia?
Estudios recientes han encontrado que la tolerancia y la respuesta a la quimioterapia pueden cambiar dependiendo del momento en que se administra el tratamiento.
Algunas investigaciones indican que ciertos fármacos oncológicos pueden ser más efectivos y menos tóxicos si se administran en horarios específicos, coincidiendo con los picos de actividad de las células tumorales y con la mayor capacidad de regeneración de los tejidos sanos. Por ejemplo, se ha observado que:
- Algunas quimioterapias son mejor toleradas en la mañana, ya que el hígado y los riñones tienen una mayor capacidad de metabolizar los fármacos y eliminarlos del organismo.
- En la noche, ciertos tipos de células tumorales pueden ser más vulnerables, lo que sugiere que administrar el tratamiento en ese momento podría potenciar su efecto.
- Los efectos secundarios pueden reducirse si se sincroniza la medicación con los ritmos circadianos del paciente, minimizando síntomas como fatiga extrema, náuseas o daño en tejidos sanos.
¿Influyen la estación del año y la crononutrición?
No solo la hora del día juega un papel en la respuesta a la quimioterapia, sino que también la época del año puede afectar los tratamientos oncológicos. La producción de ciertas hormonas, como la melatonina y el cortisol, varía según la luz solar y las estaciones, lo que podría modificar la forma en que el cuerpo responde a los medicamentos.
Por otro lado, comer en momentos estratégicos puede optimizar la metabolización de los fármacos y reducir el impacto negativo en el organismo. Algunos de los ejemplos más llamativos son:
- Evitar cenas pesadas antes de la quimioterapia puede ayudar a minimizar efectos secundarios digestivos.
- Consumir alimentos ricos en antioxidantes en el momento adecuado puede mejorar la respuesta inmunológica y reducir la inflamación.
- Mantener horarios regulares de comida favorece la estabilidad metabólica y el estado general del paciente.
Un futuro de tratamientos personalizados
Si bien la cronoterapia y la crononutrición todavía no son prácticas habituales en todos los hospitales, cada vez más estudios respaldan su potencial. Adaptar los tratamientos oncológicos a los ritmos biológicos podría mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes, aumentando la efectividad de la terapia y reduciendo los efectos secundarios.
Los avances en este campo podrían llevar a una oncología más personalizada, donde no solo el tipo de cáncer y la genética del paciente determinen el tratamiento, sino también su reloj biológico y sus hábitos diarios. Mientras la ciencia sigue avanzando en esta dirección, es fundamental que los pacientes consulten con su equipo médico antes de hacer cambios en su dieta o en su rutina, para asegurar que cada estrategia se ajuste a su caso específico.
Referencias
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