El olor también es salud: así actúa nuestro cerebro al recibir el aroma de este compuesto que casi no se usa en España

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"Huele al guiso de mi madre". Nuestro cerebro tiene asociados cientos de olores a situaciones y personas, lo que indica que hay una conexión directa entre "nariz y neuronas". El objetivo de algunos investigadores es comprobar hasta donde llega dicha asociación, comprobando que hay ciertos olores que podrían prevenir y tratar enfermedades como la depresión o el Alzhéimer, entre otros.

El olfato es un sentido "olvidado" que puede ser vital en el tratamiento de enfermedades

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La pérdida de la función olfativa es uno de los factores de riesgo que está asociado con enfermedades relacionadas con el Sistema Nervioso Central: depresión, Alzheimer, Parkinson, esquizofrenia... En algunas patologías, las disfunciones olfatorias preceden a los síntomas de enfermedad y se consideran un factor predictivo de la misma.

El olor influye en la actividad fisiológica del cerebro, modulando funciones cerebrales como la memoria o las emociones. Podemos notarlo fácilmente cuando un olor nos transporta a un lugar, a una persona y a un momento determinado. Esa conexión directa de la vía olfativa con las regiones cerebrales puede ser utilizada a nuestro favor.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Navarra (España) centra su línea de investigación en cómo algunos olores afectan de manera positiva o negativa a nuestro sistema inmune. En uno de sus estudios publicados recientemente han comprobado como la exposición al mentol mejoró la respuesta inmune en ratones.

¿Si huelo mentol ya mejoro mi sistema inmune?

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¿Quiere eso decir que si nos ponemos a oler mentol tendremos un mejor sistema inmune y un menor riesgo de enfermedades del Sistema Nervioso Central? No, no es así de sencillo. Hay miles de factores que influyen en el proceso, y la mayoría se desconocen. Además, la investigación en animales es un paso previo al tratamiento en humanos, en los que la aplicación puede ser similar o no.

Lo realmente interesante de esta publicación y otras similares, es que hay una conexión directa entre el olfato, el sistema inmunológico y la función cognitiva, a falta de conocer exactamente cuáles son los mecanismos por los que se produce dicha asociación.

La inhalación a mentol en ratones ha sido beneficiosa para mejorar sus habilidades cognitiva y frenar o aliviar el daño cerebral existente en enfermedades como Alzhéimer. Una de las explicaciones es que al exponer a los ratones al olor a mentol se redujeron los niveles de de la proteína interleucina-1-beta (IL-1β), que está relacionada con la inflamación.

Al reducir la inflamación y mejorar las respuestas del sistema inmune, se mejora la salud de todo nuestro Sistema Nervioso. Dicha inflamación crónica es lo que sucede en personas con obesidad, sedentarias o con una dieta muy mejorable.

Al hacer ejercicio, perder el exceso de grasa y seguir una dieta saludable se reduce dicha inflamación, y ese es uno de los detalles fundamentales por los que mejora la salud general.

Con el olor a mentol ocurre algo similar a nivel cerebral. Estos hallazgos ponen sobre la mesa otro tipo de tratamiento para sumar valor a la hora de prevenir y tratar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, Párkinson y otras relacionadas con el Sistema Nervioso Central.

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