Cinco alergias e intolerancias nutricionales: qué son y cómo se tratan

Cinco alergias e intolerancias nutricionales: qué son y cómo se tratan

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Cinco alergias e intolerancias nutricionales: qué son y cómo se tratan

En lo que a las intolerancias y a las alergias alimentarias se refiere, existen muchas más de las que creemos y algunas son desconocidas. Además, a veces nos cuesta diferenciar entre intolerancia y alergia, por lo que es importante que reconozcamos los síntomas de cada una de ellas.

Intolerancia a la lactosa

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La intolerancia a la lactosa se debe a una enzima conocida como lactasa. Esta enzima se produce en el intestino delgado y es la encargada de procesar la lactosa. Es decir, el azúcar naturalmente presente en la leche. La falta total o parcial de esta enzima provoca que la lactosa no se absorba adecuadamente, de manera que acaba pasando al intestino grueso.

Algunos de los síntomas más habituales de la intolerancia a la lactosa son la hinchazón abdominal, dolor, cansancio, diarrea y también flatulencias muy molestas y características para aquellos que lo padecen.

Tratamiento de la intolerancia a la lactosa

El tratamiento, igual que en el caso de otras intolerancias, consiste, básicamente, el retirar el elemento que provoca la intolerancia. Por suerte esto es bastante sencillo de conseguir porque en el mercado existen numerosos productos libres de lactosa.

En algunos casos, dependiendo del grado de intolerancia, existen unas pastillas de lactasa. Estas pastillas, tomadas antes del productos lácteo en cuestión, ayuda a absorber mejor la lactosa y nos permitiría disfrutar de dichos productos.

Alergia a la leche

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La alergia a la leche, al contrario de la intolerancia, es el sistema inmunitario el que se ve afectado. En este caso la culpable no es la lactasa, sino una proteína presente en la leche de vaca - y en algunos casos en la leche de cabra o de oveja -.

En el caso de las personas alérgicas, el sistema inmune de los afectados interpreta a esa proteína como una amenaza e intenta defenderse de manera sobredimensionada. Esto provoca una reacción en nuestro organismo que causa picores, rojeces, hinchazón e incluso problemas respiratorios, vómitos, etc.

La única solución existente para esta patología implica evitar cualquier producto lácteo. Los afectados tampoco pueden consumir productos sin lactosa. Además, deberán vigilar el consumo de alimentos lácteos que contengan lactosa, ya que esta se saca directamente de la leche y les puede afectar.

Intolerancia a la fructosa

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La fructosa se trata de un azúcar que encontramos de manera natural en las frutas. Pero no solo, sino que también se encuentra en hortalizas u alimentos de origen vegetal. Es más, podemos encontrarlos en algunos azúcares de mesa o en edulcorantes como la sacarosa. Es decir, se trata de una sustancia con la que nos encontramos muy a menudo.

La intolerancia a la fructosa implica, básicamente, que no somos capaces de metabolizar la fructosa y convertirla en glucosa. Esto se puede deber o bien a que nos falta una enzima necesaria o bien que existe un déficit en su transportador. Algunos de los síntomas que nos pueden hacer sospechar de una alergia a la fructosa son los siguientes:

  • Unas 3 o 4 horas después de comer fruta - o 30 minutos después de tomar zumo de frutas - podemos empezar a sentir gases.

  • Distensión o hinchazón abdominal.

  • Diarrea.

Tratamiento de la intolerancia a la fructosa

Lo principal en estos casos es llegar al diagnóstico ya que, en muchos casos, esto no ocurre. Después del diagnóstico lo más efectivo para tratarlo es, por supuesto, evitar la ingesta de fructosa además del sorbitol.

Hay algunas frutas que se recomienda evitar de manera especial: la manzana, las ciruelas, las cerezas, las uvas, los higos, los dátiles, etc. A esto se le une que es se suele sugerir dejar de consumir también miel, chucherías y bollería. Los zumos de fruta, la mermelada o el membrillo tampoco son recomendables.

Enfermedad celíaca

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En este caso, se trata también de una reacción inmunológica. En el caso de las personas celíacas, la enzima transglutaminasa se encuentra activa y desencadena una reacción adversa ante la presencia de gluten en en el intestino.

Al consumir alimentos que contengan gluten las personas celíacas presentan algunos síntomas como diarrea crónica, anemia, dolor abdominal, pérdida de peso o gran cansancio. En otras personas puede incluso suponer cambios en el humor, mostrándose más irritables o tristes.

Tratamiento de la enfermedad celíaca

Igual que en la mayoría de los casos, la mejor manera de tratar esta alergia alimentaria es evitar el gluten en cualquiera de sus formas. Por ello, es recomendable evitar el trigo, la cebada o el centeno. Estas personas deben tener cuidado con algunos otros productos que pueden tener gluten sin que lo sepamos como algunos medicamentos, suplementos vitamínicos, dentífricos, cosméticos, cremas e incluso barras de labios.

Alergia a los frutos secos

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Una de las alergias nutricionales más habituales es la que se tiene a los frutos secos, pero no a todos. Los frutos secos que más habitualmente provocan alergias son los cacahuetes, las nueces y las avellanas. A pesar de ser los más habituales, no son los únicos: los anacardos o los pistachos también pueden provocar alergias.

Algunos de los síntomas más habituales provocados por la alergia a los frutos secos son la urticaria, el edema, la rinitis, el asma, conjuntivitis e incluso reacciones de anafilaxia. Para algunas personas esta reacción puede ser incluso mortal.

Tratamiento de la alergia a los frutos secos

En algunos casos se está probando el uso de vacunas o desensibilización a los frutos secos pero todavía no hay evidencias de que funcionen para todo el mundo. La única solución real y permanente es evitar por completo el consumo del fruto seco que nos dé alergia.

Por supuesto, eso implica evitar cualquier alimento que lo contenga, por lo que se deben evitar cereales, galletas, repostería, bollería, algunos panes, etc. que en su composición contengan frutos secos. Debemos vigilar también las contaminaciones cruzadas con otros alimentos o las trazas que puedan contener.

Imágenes | Unsplash

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