Si tienes más de 50 años y te gusta el Yoga, puedes probar con estas ocho posturas

Si tienes más de 50 años y te gusta el Yoga, puedes probar con estas ocho posturas

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A medida que vamos cumpliendo años es normal que no nos vaya apeteciendo realizar alguna actividad física. Pero el yoga no es una actividad cualquiera, pues muchos estudios científicos han mostrado los grandes beneficios que tiene sobre nuestro cuerpo en cuanto a mejora de la flexibilidad, a nivel psicológico, etc.

El yoga al principio puede resultar un poco complicado por las posturas que se realizan, a pesar de ello, como con todo, la práctica hace al maestro, por lo que aquí os dejamos ocho posturas perfectas para hacer si tienes más de 50 años y quieres hacer yoga.

Perro boca abajo

Una de las posturas más conocidas y que más se usan en las sesiones de Yoga en los distintos estilos es la del perro boca abajo o adho mukha svanasana. Esta postura o asana de Yoga recibe este nombre porque simula la posición que adoptan los perros al estirarse. Se trata de una postura de transición y descanso.

Para hacerla correctamente, con los pies separados a la anchura de la cadera, inspiramos profundamente y elevamos los brazos hacia el techo. Al soltar el aire, flexionamos nuestra cadera hasta llegar con las manos al suelo. Desde esta posición, damos un paso hacia atrás para alcanzar la postura de V invertida, llevando las caderas hacia el techo.

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Postura del guerrero

Desde la posición de pie (Tadasana), tomamos aire y damos un paso largo hacia la izquierda de modo que nuestras piernas quedan separadas a una distancia aproximada de un metro. Giramos nuestro pie izquierdo (el que hemos movido) 90 grados, movemos el derecho ligeramente (unos 45 grados) y giramos también nuestro tronco para que las caderas y el pie queden en línea. Desde ahí, flexionamos la rodilla izquierda y subimos los brazos paralelos hacia el techo (hasta que lleguen a la altura de las orejas) y mantenemos la cabeza erguida.

La postura del guerrero nos ayuda a mejorar la movilidad de la cadera, a mantener las piernas y glúteos activados y mejora nuestro equilibrio.

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Postura del triángulo

Para realizar la postura del triángulo nos colocamos de pie sobre nuestra colchoneta. Damos un paso largo con a pierna derecha hacia el lado, de modo que nuestras piernas quedan muy separadas entre sí y la zona de los aductores (la parte interior de los muslos) se estira. Rotamos el pie derecho para que los dedos apunten hacia el lado mientras que el izquierdo mira hacia el frente.

Desde ahí, abrimos los brazos en cruz, activando la musculatura de los mismos, elongándonos: podemos imaginar que tenemos un hilo que va desde la mano derecha hasta la izquierda y del que tiran desde fuera hacia los dos lados. Nos inclinamos lateralmente hacia la derecha (la pierna con la que hemos dado el paso grande hacia el lado) manteniendo los brazos en cruz, y bajamos tanto como podamos: podemos apoyarnos en la pierna o en el pie. La cabeza mira siempre hacia arriba.

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Pose del árbol

La postura del árbol o Vrksasana es una de las asanas de equilibrio de Yoga más utilizada en las sesiones. En ella, el pie que queda apoyado en el suelo simboliza las raíces del árbol que lo unen a la tierra, y los brazos simbolizan las ramas que crecen hacia lo alto.

Para hacerla correctamente, partimos de una posición de pie, con los pies paralelos y separados a la anchura de la cadera, y los brazos a ambos lados del cuerpo. Desde esta posición, mantenemos nuestra mirada en un punto fijo en la lejanía (esto es importante para facilitar la concentración y el equilibrio) y pasamos todo el peso de nuestro cuerpo sobre la pierna derecha. De este modo, la pierna izquierda habrá quedado liberada y podemos levantarla del suelo.

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Postura del niño

Entre sus beneficios podemos encontrar el estiramiento de toda la zona lumbar y la reducción del estrés y la fatiga (por lo que nos ayuda a la hora de relajarnos).

Para hacerla correctamente, nos colocamos de rodillas en el suelo sobre la colchoneta, sentados sobre los talones: los dedos pulgares de los pies deben mantenerse juntos y las rodillas deben estar separadas aproximadamente el ancho de nuestras caderas.

Mientras soltamos el aire, inclinamos nuestra espalda hasta llegar al suelo con nuestra frente, que queda apoyada en el mismo. El coxis debe estar alargado y todo nuestro cuerpo relajado, ya que se trata de una postura de relax.

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Postura de la cobra

La postura de la cobra se puede parecer a otras, pero para realizarla correctamente, apoyamos las palmas de las manos en el suelo, extendemos total o parcialmente los codos (según nuestras posibilidades) y realizamos una gran extensión de la columna. La pelvis sigue apoyada en el suelo y la musculatura del tren inferior está activada. La cabeza mira hacia adelante, de modo que la zona de la columna cervical se encuentra alineada.

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Postura de la pinza

Realizar esta postura nos exige más flexibilidad y control corporal, que el resto, por lo que es recomendable que solo lo hagan aquellas que tengan un buen control motor.

La forma correcta de hacerla de pie con los pies juntos o ligeramente separados y paralelos. Inspiramos profundamente y, al soltar el aire, flexionamos nuestra cadera y dirigimos nuestro torso hacia delante hasta formas un ángulos de 90 grados. Volvemos a inspirar y, al soltar el aire de nuevo, bajamos hasta el suelo apoyando las palmas de las manos junto a nuestros pies o agarrando los tobillos. La cabeza se hunde en las rodillas y la coronilla se dirige hacia el suelo.

Esta postura nos permite realizar una elongación de la espalda al mismo tiempo que nos relajamos, y también nos ayuda a combatir la ansiedad. Igual que antes, si no llegamos al suelo podemos utilizar los bloques de Yoga para facilitar la elongación y seguir trabajando en nuestra flexibilidad.

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Postura de la mariposa

Finalmente, acabamos con la postura de la mariposa, la cual, para ejecutarla bien, flexionamos las piernas de tal manera que las plantas de los pies se toquen entre ellas, como si quisieses estirar los abductores, y deja que las rodillas caigan hacia los lados. No des saltos para poder bajar más, sino que se trata simplemente de dejar las piernas relajadas.

Con las dos manos rodea las puntas de los pies y acerca los pies al perineo lo más cerca posible. Estira la columna llevando el esternón y el sacro levemente hacia delante. Trata de mantener los hombros hacia atrás, manteniendo una apertura del tórax y las cervicales neutras y relajadas, con la barbilla un poco baja.

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Imágenes | iStock

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