A veces obsesionarnos con nuestro cuidado físico puede pasarnos factura

A veces obsesionarnos con nuestro cuidado físico puede pasarnos factura
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Estar en forma, vernos bien, tener el peso ideal... son cosas que parece que estamos obligados a hacer, ya que nuestro ritmo de vida actual así nos lo exige, y es que si no estamos a la altura no somos nadie. Esta máxima es la que se apuntan muchos y por ello el mero hecho de cuidarse es todo un suplicio para ellos. En esta ocasión nos vamos a detener en este aspecto, y es que muchas veces el estrés que genera en nosotros cuidarnos puede tener peores consecuencias que no cuidarnos.

Cuando comenzamos una dieta de adelgazamiento o nos apuntamos a un gimnasio para realizar ejercicio lo primero que hacemos es establecernos una rutina y una serie de pautas a seguir. Estas indicaciones a veces pueden ser todo un impedimento para llegar a buen puerto, pues desencadenan en nosotros una serie de sensaciones que a la larga acabarán por hacernos perder la ilusión y las ganas de seguir en el camino correcto. Por ello queremos ver los motivos por los que cuidarnos puede ser en muchos casos más contraproducente que no hacerlo.

La ansiedad es uno de los episodios más habituales que suelen sufrir las personas que se someten a tan estricta disciplina. Esta sensación es totalmente normal, ya que trastocar de repente la rutina de una persona puede ser una especie de shock para él y crearle una gran confusión que acabará deparando en eso, en ansiedad. Esta ansiedad en la mayoría de los casos lo que hace es que recaigamos en poco tiempo y apenas podamos mantener la dieta y la disciplina que acabamos de comenzar. Para evitar esto lo mejor es no cambiar nuestra vida de manera radical y mucho menos obligarnos a hacer algo que realmente no queremos hacer.

Para evitar que el estrés y la ansiedad se apoderen de nosotros a la hora de llevar a cabo una dieta específica y una serie de rutinas beneficiosas para el organismo, lo que debemos hacer es no ir en contra de nuestra forma de ser. Para ello es necesario que antes de tomar una decisión nos analicemos fríamente y sepamos hasta donde seremos capaces de llegar. No hay que ponerse trabas desde el principio ni restricciones, ya que éstas son el peor enemigo contra una dieta o una rutina de entrenamiento, y el mejor aliado de la ansiedad que acabará por generarnos episodios de ingesta de alimento descontrolada con otros de gran culpabilidad.

Por este motivo, y para evitar la ansiedad que nos puede producir esta situación lo que debemos hacer es aclimatarnos poco a poco a nuestro nuevo estado de vida. Nunca debe hacerse este cambio de golpe, ya que nos trastocará y es cuando puede aparecer la temida angustia por conseguir unos resultados determinados. No marcarse metas ni tiempos a corto plazo es otro punto a tener en cuenta lo mismo que no renunciar de toda la comida, ya que simplemente con una buena planificación y control de los alimentos conseguiremos mejorar de manera sencilla y sin llegar a situaciones extremas.

Imagen | tedeytan

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