Estas son las razones por las que no deberíamos utilizar el Índice de Masa Corporal (IMC) como guía de nuestro peso ideal

Estas son las razones por las que no deberíamos utilizar el Índice de Masa Corporal (IMC) como guía de nuestro peso ideal

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El Índice de Masa Corporal (IMC) es una fórmula que nos arroja un dato sobre nuestro peso ideal. Es ampliamente utilizado, pero suele llevar a errores ya que suele estar equivocado en muchos casos, especialmente en deportistas. En este artículo te contamos una breve descripción del IMC y por qué no es recomendable su uso.

¿Qué es el Índice de Masa Corporal (IMC)?

El IMC es un número que se obtiene realizando un cálculo cuyas variables son el peso y la altura de la persona. Para calcularlo necesitamos dividir nuestro peso corporal entre nuestra altura al cuadrado (en metros).

Si pesamos 80 kg y medimos 1,80m podremos obtener nuestro IMC dividiendo 80 (kg) entre 1,80 (m) al cuadrado. El resultado nos dice que nuestro IMC es de 24,7 kg/m2. Para saber qué significa ese número utilizaremos una tabla de categorías según nuestro IMC.

IMC

CATEGORÍA

Por debajo de 18,5

Por debajo del peso ideal

18,5 a 24,9

Saludable

25,0 a 29,9

Con sobrepeso

Más de 40

Obesidad extrema o de alto riesgo

En el ejemplo de una persona de 80kg de peso y 1,80m de estatura podemos ver según su IMC de 24,7 que se encuentra en la categoría de "saludable", aunque muy cerca de tener sobrepeso. Puedes calcular tu IMC fácilmente con el cálculo comentado y evaluar en qué categoría te encuentras.

Un IMC por encima de 25 y por debajo de 18,5 se relacionan con un mayor riesgo de enfermedades, y con ello de morbilidad y mortalidad. Hasta hace recientemente se ha utilizado por casi todos los profesionales, pero desde hace relativamente poco se prefieren utilizar otros indicadores más fiables.

Porcentaje de grasa corporal

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El dato realmente importante no es nuestro peso corporal, sino la cantidad de grasa que tenemos en ese peso, ya que es la grasa corporal acumulada la que sí aumenta el riesgo de enfermedades. Esa grasa se puede acumular en diferentes zonas, por lo que hablamos de diferentes tipos de grasa.

La más peligrosa es la grasa visceral que se encuentra rodeando nuestros órganos, como por ejemplo el corazón. Existen otras como la grasa subcutánea que también son indicadoras de poca salud cuando se acumula en exceso, pero con un riesgo algo menor que la grasa visceral.

El IMC no nos dice nada sobre estos tipos de grasa. Solo relacionan el peso y la estatura, sin entrar en más detalles. Es por ello por lo que puede ser un indicador general en algunas poblaciones, pero muy poco fiable en otras personas.

¿Por qué no deberíamos utilizar el IMC como indicador "ideal"?

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Para mi altura mi peso ideal son 70kg. Esa es una de las frases más escuchadas en personas que utilizan básculas como las que hay en las farmacias que expiden un ticket con un apartado en el que muestran tanto el IMC como el peso ideal.

Sin embargo, pueden guiarse por un dato erróneo y comenzar a trabajar hacia un objetivo equivocado. Las siguientes razones son las principales por las que el uso del IMC lleva a confusión y es preferible basarnos en nuestra cantidad de grasa y no en este índice.

La masa muscular pesa, pero es saludable

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Nuestro cuerpo cuenta con diferentes componentes que pesan y son más o menos imprescindibles. La grasa es prescindible (hasta un porcentaje que sí debemos de tener para nuestras funciones vitales), pero la masa muscular es imprescindible.

La masa muscular nos hará ser independientes cuando seamos mayores porque podremos levantarnos del sofá, caminar y evitar caídas. A lo largo de la vida nos aporta un sostén estético, por lo que también ayuda a nuestra autoestima.

Y lo más importante es que el músculo es un tejido activo que nos aporta salud. A mayor masa muscular nuestro IMC también será mayor ya que pesaremos más. Una persona atlética con muy poca grasa corporal puede entrar en la categoría de "sobrepeso" u "obeso" siendo todo lo contrario.

Uno de los ejemplos clásicos es Roberto Carlos, jugador de fútbol del Real Madrid hace unos años. Su estatura no sobrepasaba el 1,70m, pero su constitución musculada hacía que su IMC le señalase como "obeso". Por tanto, el IMC no debe utilizarse en personas que entrenan porque no tiene sentido.

En adultos mayores es algo diferente

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A medida que cumplimos años y comienza un declive físico es preferible estar con un IMC algo más alto, puesto que se relaciona con una mejor tasa de supervivencia que IMC más bajos. En este caso nos interesará estar en valores por encima de 25 en el IMC, a pesar de estar en categorías de exceso de peso.

No en niños

Cada niño tiene un ritmo de crecimiento totalmente contrario existiendo grandes diferencias entre mediciones. En niños el IMC va por percentiles en función de la edad por lo que puede arrojar datos erróneos con facilidad.

No aporta nada de información

El IMC es un dato sin más que no nos dice cómo están los niveles de colesterol o azúcar en sangre. No sabemos si la presión arterial y los triglicéridos están dentro de unos márgenes saludables.

Activo o sedentario

Un IMC saludable de una persona sedentaria podría ser peor que un IMC dentro de la categoría de sobrepeso de una persona activa. Al comparar el estilo de vida de diferentes personas es importante tener en cuenta la cantidad de grasa acumulada, pero también si la persona es activa o no, ya que el sedentarismo puede ser más peligroso que el IMC fuera de rangos saludables.

¿Por qué sí deberíamos tener en cuenta el IMC?

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Para toda la población no especial (adultos sedentarios) está bien como medida general de la obesidad. Es una medida rápida y que puede dar algo de información sobre el estado de la persona, siempre y cuando no esté dentro de esas poblaciones especiales.

Si no disponemos de otra medida, o necesitamos evaluar a un centro educativo al completo, puede servirnos de guía. Eso sí, con todas las limitaciones que hemos comentado anteriormente. Debemos dejarlo como último recurso, pero sabiendo que existe y que su fiabilidad es limitada.

Alternativas al IMC

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La mejor opción de la que disponemos es realizarnos un DEXA para ver exactamente la cantidad de compartimentos que tenemos: cuánta grasa, cuánta masa muscular, peso del hueso... Le añadimos una analítica de sangre para profundizar en nuestro estado de salud y tenemos la fórmula perfecta.

El problema es que es muy difícil poder hacernos un DEXA por la disponibilidad de la máquina en el centro médico y por su elevado coste. Existen otras alternativas al IMC como medir los pliegues cutáneos en diferentes puntos, y mediante una fórmula calcular cuánta grasa tenemos acumulada.

Es un método mucho más barato y que puede ser realizado por cualquier persona certificada en el cálculo de pliegues cutáneos. Si tampoco nos convence podemos simplemente hacer del espejo nuestro IMC. Al vernos al espejo sabemos si la cantidad de grasa acumulada es excesiva o no, a muy grandes rasgos.

Para acompañar esa medida visual podemos utilizar la medición de nuestra cintura y nuestra cadera obteniendo datos que podemos comparar con diferentes tablas y que podemos utilizar como guía a la hora de perder peso.

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Imágenes | iStock

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